Un título por demás sugerente y hasta provocador, obviamente en cuanto lo vi en la feria del libro de Ciudad Juárez el título me enganchó, máxime considerando que estaba en el “stand” de la Editorial Verbo Divino, y que es un libro de Ediciones Paulinas, me dio mucho gusto ver representada en la feria del libro a las editoriales católicas, buena falta que hacen.
¿Y si te dijeran que has vivido toda la vida con una imagen de Dios equivocada?, ¿Qué después de 20 siglos de pensamiento cristiano, seguimos viviendo una vida espiritual al más puro estilo farisaico que tanto disgustaba a Jesús?, Que Dios no es un comerciante al que tengas que “comprar” la salvación con obras piadosas sino que él te la quiere dar “de gratis” porque es tu Padre.
Es verdad que Jesús vino al mundo para cambiar toda la mentalidad que en aquel momento se tenía respecto a Dios y a las prácticas religiosas, eso ya lo sabemos, pero que alguien venga y te diga que aún los cristianos del tercer milenio seguimos viviendo nuestra vida espiritual sin tener presente la imagen que Jesús quiso traernos con su venida es algo que de entrada te cambia la perspectiva de muchas cosas.
Estamos acostumbrados a pensar en un Dios en el cielo, y que a su vez, nosotros debemos alcanzar a través de la santidad, con esfuerzo, pues el Reino de Dios sólo los esforzados lo arrebatan, pero pensar así, ¿no es pensar como los fariseos que creían que mediante el exacto cumplimiento de la ley mosaica se hacían agradables a Dios? Seguimos con la imagen de un Dios juez que nos va a juzgar el último día según nuestras obras, seguimos pensando que debemos pagar a Dios por nuestra salvación haciéndonos merecedores a ella.
Mediante un viaje a las parábolas de la Misericordia de Jesús, y los pasajes evangélicos de sus encuentros con pecadores, el autor, un religioso de la congregación de San Benito Cotolengo, nos lleva de la mano presentándonos un idea del Padre que a veces se sale de lo que normalmente aprendimos en el catecismo y que incluso aún está presente en el Catecismo de la Iglesia Universal de Juan Pablo II.
Es verdad que la espiritualidad moderna nos presenta a un Dios amor, un Dios Padre lleno de misericordia, pero este libro da una vuelta de tuerca más, llevando las consecuencias de esta doctrina a sus últimas consecuencias: Dios nos perdona aún antes de que nos arrepintamos, incluso su perdón provoca en nosotros el arrepentimiento. Es un error farisaico dividir el mundo entre buenos y malos, santos y pecadores; sólo quien considera a Dios un juez estricto tiende a condenar también a los demá. En el proceso del perdón y el arrepentimiento, es Dios quien da el primer paso, pues es quien busca al hombre, aun cuando el hombre no lo merezca, no lo desee o no lo espere.
Debo confesar dos cosas: Es un libro bello, pues lleva la doctrina de la Misericordia de Dios hasta el límite de Dios: El infinito, Dios ama tanto al hombre que estaría dispuesto a ir por él hasta el mismo infierno para salvarlo: hasta el infierno de su pecado, hasta el infierno de su infidelidad, hasta el infierno de sus miserias.
La segunda cosa que debo confesar es que es un libro que me deja intrigado, porque aunque no es novedoso el tema de la Misericordia Divina, la lleva hasta tal grado que a mi parecer toca las fronteras con las ideas de justificación por la sóla fe de Lutero, ya que no importa como seas, como actúes, Dios te quiere salvar, tal vez hasta muy a tu pesar, punto en el que volteo y veo a Calvino en la vuelta de la esquina. Para rematar, el libro no cuenta con imprimatur, lo cual me deja muy pensativo.
Ciertamente es un libro que está en las fronteras doctrinales, y se arriesga, hasta cierto punto es un libro esperanzador y como he dicho, muy bello, sólo me queda esa incertidumbre que me hace no dar el último paso para aceptarlo abiertamente y sin cortapisas, mi fe me dice que aún con la gran misericordia de Dios, la fe debe mostrarse en obras, de tal manera que éstas no son para nada irrelevantes en la salvación del hombre, por más que la redención sea una obra de Jesús, no nuestra.
Con estas ideas en mente, les dejo las siguientes perlas que no obstante, son muy valiosas:
“Cada imagen de Dios que nosotros llevamos dentro no cimentada en el Evangelio, es inevitablemente imperfecta. Y muy probablemente, errada también”.
“Si debemos compararnos con alguien, espontáneamente nos viene el escoger a los grandes personajes de la Escritura. En cambio, el Evangelio nos guía partiendo de lo bajo: es Judas nuestro modelo. No porque debamos hacer lo que él, ¡sino porque ya somos así!”
“El verdadero pecado consiste, por tanto, en esconderse de Dios, en no dejarse hallar por Él, que viene a buscarnos, en no creer en su misericordia”.
“El único lugar donde podemos encontrar a Dios es en nuestro pecado, en nuestro infierno, en nuestro sepulcro”.
“Con la encarnación, Dios se ha mudado. Su lugar ya no está en el cielo. Deberíamos orar así: ´Padre nuestro, que estás en el infierno´, es decir, en el infierno que todos llevamos dentro, el infierno que llevamos en el corazón, en cada entorno de muerte en el que nos hallamos.
“La tentación permanente de los hombres religiosos: arrogarse el derecho de separar a los buenos de los malos, a los justos de los injustos”.
“El objetivo de la vida cristiana no es el de ´ya no equivocarse´, ser irreprochables, buscar un lugar ante Él, sino sencillamente descubrirse hijos bajo el amor de Dios”.
“La ruta más cercana a Dios, pasa por el prójimo”.
“Dios no es justo, es hiper-justo, y a la hiper-justicia en el Evangelio se le da el nombre de misericordia”.