Jamás sobresalí en ningún deporte, siempre fui un niño sano y me gustaba jugar, pero, a la hora de competir era seguro: de media tabla para abajo.
A la hora de leer, era otra cosa: leía como un poseso, (si es que los posesos pueden leer), tenía facilidad para la música y las artes, pero, leer era mi mundo, leía casi todo lo que en mis manos caía: enciclopedias infantiles, juveniles, pero sobre todo libros religiosos, era y soy católico practicante (ya lo notarás) y ahora, además, esposo y padre.
¿Te ha pasado que los años te van alejando de tu vida?, las ocupaciones diarias y las responsabilidades de adulto maduro y padre de familia, van haciendo que poco a poco olvides lo que te hacía feliz de niño. A mí me pasó, hasta hace unos años que volví a mis viejos amigos... Los libros.
Con cuarenta y dos años encima volví de nuevo, pero es tan corta la vida y son tantos los libros, que se que no alcanzaré a leer todo lo que tengo pendiente, así que antes de que "se me acabe la vela" leo a marchas forzadas para disfrutar más, y aprender de las mejores mentes que han existido deseando compartir con los que tenga a lado lo que voy recogiendo en el camino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario