Mitad hombre, mitad bestia, devoraba jóvenes en el laberinto que el rey Minos manda construir para esconder la vergonzosa realidad de tener un hijo monstruoso, debido a una perversión de su esposa Pasifae.
Desde el día de su nacimiento, el minotauro, nombre que se le dio a este ser con cabeza de toro, torso y manos de hombre y patas de toro, fue motivo de afrenta para el Rey de Creta, Minos. Inmediatamente lo escondió de las miradas del mundo, en especial de su hija Ariadna que esperaba a su hermano con gran ilusión. El tiempo habría de confirmar la naturaleza monstruosa de este ser, pues empezó a gustar de la carne humana y era necesario alimentarlo.
Para evitar que escapara y diezmara la ciudad, poniendo a la luz la naturaleza de un hijo del rey, Minos manda a llamar al inventor Dédalo para que construya el laberinto más inexpugnable posible, a fin de poner en el centro del mismo al minotauro.
Por aquel tiempo, se celebraban en Atenas los juegos en honor a la diosa de la sabiduría, Androgeo, hijo de Minos, participó en ellos y fue tal su éxito que despertó la envidia de todos los atenienses, razón por la que finalmente asesinado por los hombres de esa ciudad. Ante el dolor de perder a su hijo, Minos, declara la guerra a los pueblos involucrados en los juegos en los que perdió la vida Androgeo y los vence. A pesar del triunfo obtenido Minos, condena a los pueblos vencidos a enviar cada uno de manera alternada siete jóvenes y siete doncellas para servir como alimento para el Minotauro.
Así están las cosas, cuando el hijo del rey de Atenas, Teseo es elegido para ir con otros trece jóvenes de Atenas para enfrentar el fatal destino. Al llegar a Creta se enamora de Ariadna, la hija de Minos y hermana del Minotauro, ella le corresponde y buscan juntos la manera de que Teseo pueda verse libre de las garras de la bestia. Ariadna pide consejo Dédalo, el constructor del laberinto, quien aconseja que Teseo entre al laberinto desenredando un hilo que sostendría Ariadna fuera del mismo para que no se extraviara buscando la salida, después de enfrentarse al Minotauro.
Sin duda una historia cautivante, el libro es corto y puede leerse de corrido. Una narración que nos enseña el valor de la prudencia, la valentía y el honor.
Calificación: Tres estrellas sobre cinco, más por la versión que me tocó leer, que por la historia en sí misma que es fascinante.
Lo bueno: Redescubrir esta fantástica historia, la cual nadie debería desconocer.
Lo malo: Tratando de contarla en un lenguaje sencillo, la obra llega a ser banal y simplona.
Lo feo: La versión electrónica que adquirí, se come un capítulo completo que hace muy insatisfactoria la lectura.
No obstante, podemos encontrar una perlas muy bellas en este libro:
· “Prefiero morir en el intento por salvar a los atenienses de esta calamidad y ser recordado por mi audacia, que llegar a convertirme en un rey arrepentido de no haberlo intentado y considerado como un cobarde por sus súbditos”.
· “En Atenas practicamos la democracia y no existen favoritismos para nadie, mi señor. Fui sorteado como el resto de los jóvenes que estamos frente a ti y afrontaré mi destino”.
· “Hijo, nunca debes darte por vencido aunque te encuentres en una situación difícil. Ante todo guarda la calma mientras te sea posible para poder pensar con claridad cómo resolver tu problema y no dudes en hacer el intento para superarlo”.
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