domingo, 30 de noviembre de 2014

Ladrona de libros

          Nos hemos acostumbrado a ver la historia y la vida en términos de buenos y malos. En particular, siempre que pensamos en "los alemanes" durante la Segunda Guerra Mundial, viene a nuestra mente la imagen de los Nazis sanguinarios y egoistas y se nos olvida (o nunca nos habíamos enterado) que el pueblo alemán también sufrió durante la guerra.

           De esto nos habla Markus Zusak en esta historia.

            Debo aclarar que esta historia tiene ya su versión cinematográfica que, para mi gusto, se queda muy corta al contar esta historia. Sin duda el libro es mucho mejor.

            Seguimos a Liesel, una chica de 13 años cuya madre la debe abandonar y dar en adopción para poder librarla de la persecución que el gobierno alemán ha emprendido en contra de su propio pueblo, sólo por no compartir las ideas del Fhürer.

             La trama comienza con una imagen desgarradora: Liesel y su madre al pie de la vía nevada por donde viaja el tren a Munich, que los llevará finalmente a Himmelstrasse. A sus pies, yace el cuerpo del pequeño hermano, víctima de la neumonía antes de llegar al destino donde los dos hermanos empezarían una nueva vida. Es una pena que la película no explote correctamente esta escena (y no es la única) por eso es mejor leer el libro.

           Adoptada por una pareja mayor constituída por un bonachón Hans Hubermann, pintor de brocha gorda que suele tocar el acordeón y su esposa Rosa, mujer recia y de un temperamento duro que se dedica a planchar ajeno para sobrevivir, ya que por la guerra, el trabajo de Hans ha escaseado.

      En medio de un ambiente de miseria, Liesel aprenderá a comenzar de nuevo, asumiendo que no volverá a ver a su madre y a su pequeño hermano. De la mano de sus nuevos padres y de Rudy, su nuevo y mejor amigo, vive la pobreza y el temor de las clases pobres del pueblo alemán.

        Sólo una cosa le servirá de bálsamo a nuestra heroína dentro de tanto infortunio: la lectura. Hans le enseñará a leer y pasará los aciagos días de la guerra devorando libros que no siempre han sido suyos, ya que los ha robado de varios lugares, en especial de la casa de la clienta más importante de su madre: la esposa del alcalde de la ciudad.

         Un nuevo inquilino llega a la casa de los Humermann: Max, el hijo del hombre a quien Hans debe la vida desde la Primera Guerra Mundial, y a quien Hans ofreciò ayudarle en todo lo que necesitara en pago de la deuda que tenía con su padre... el problema, y muy grande, por cierto: el chico es judío. 

          Una historia de esperanza, en la que lo mejor y lo peor del ser humano se entremezclan: amor, intolerancia, odio, respeto a la palabra empeñada, temor, alegría y tristeza. Si viste la película, te has perdido de mucho, necesitas leer el libro y si no la has visto, con mayor razón necesitas leerlo... no te arrepentirás.

          Una historia que cambiará nuestra opinión de los alemanes de la Segunda Guerra Mundial.

          Algunas perlas de este libro:

        "No importaban las veces que le habían dicho que la querían, no reconocía ninguna prueba de ello en su abandono".

         "Creo que a los humanos les gusta contemplar la destrucción a pequeña escala. Castillos de arena, castillos de naipes, por ahí empiezan. Su gran don es la capacidad de superación".

         "¿Cómo le regalas a alguien un pedazo de cielo?... memorìzalo y luego lo describes".

         "Cuando todo estaba en silencio, subí al pasillo y la cortina del comedor estaba un poco descorrida... se veìa la calle. Miré sòlo unos segundos... había estrellas, me quemaron los ojos".

         "El silencio no era quietud o calma, y desde luego no era paz".

sábado, 15 de noviembre de 2014

Cuentos de invierno

      Te encuentras en Venecia, viajando en una góndola y de pronto volteas hacia arriba y alcanzas a ver a la mujer más atractiva que has visto (u hombre, si eres mujer) mirando pensativa desde su ventana. Estas embelesado contemplando esa belleza cuando de pronto cierra la ventana y desaparece, al tiempo que desaparece tu esperanza de volverla a ver en tu vida.

           Ese sentimiento de desazón es el que te transmite este libro de Altamirano, “Cuentos de invierno” es una serie de cuatro cuentos que tienen como tema central el amor y las barreras que existen para que el amor sea correspondido:

            En “Julia”, el primer cuento, una pareja de hombres de trabajo encuentran a una hermosa joven escapando de su padrastro, y la refugian en una habitación del hotel en el que se hospedan. Uno de ellos, Julián, toma bajo su responsabilidad el socorro de esa joven, pues ha quedado prendado de su belleza; sin embargo, Julia se ha enamorado de su jefe, un Francés con negocios en México que está a punto de casarse y por lo tanto, no puede corresponderle. En un triángulo amoroso, parecido al de “Clemencia” se nos muestra los encuentros y desencuentros de la joven pareja, y cómo el orgullo y la fatalidad impiden al amor alojarse en ambos corazones al mismo tiempo.

            En “Antonia” el amor brota en el corazón juvenil del protagonista que narra en primera persona. Apenas él tiene 13 años y ella 15. En pleno descubrimiento de su sexualidad, dan entrada al cariño entre ellos, pero ella termina cediendo al cortejo de un militar de 30 años que llega al pueblo y abandona a nuestro héroe para irse con el militar a México D.F. 

         La historia promete continuar en un futuro, pero el autor nunca pudo concluirla, sin embargo, la unidad de la narración y su correcta conclusión, permiten leer este cuento a pesar de que esté trunca la historia.

            Toca el turno al cuento “Beatriz”, en el cual nuestro protagonista, al cumplir 15 años es enviado a estudiar a la Ciudad de México, y nos narra muy interesantemente la vida ordinaria de la sociedad en ese tiempo y la vida colegial que le ha tocado experimentar. Al año de su estancia le toca ser tutor de un chico nuevo en el colegio, en ese momento conoce a la madre de su nuevo compañero: “Beatriz” y siente que nuevamente se ha enamorado, ahora de una mujer experimentada y muy bella, que sin embargo está casada; eso y la diferencia de edades manifiesta, crea un obstáculo insalvable en una historia que igualmente no llega a un desenlace totalmente satisfactorio, pues es otro cuento no concluido. No obstante, el cuento es muy atractivo, ya que nos lleva de la mano repasando los sentimientos y esperanzas que tantos hemos tenido de niños, cuando nos enamoramos por primera vez de una mujer mucho mayor que nosotros, (ya sea una maestra, una vecina o una catequista) razón por la que es un amor imposible… pero no por eso menos dulce.

            Por último, el cuento con el que inicié esta reseña, “Atenea”: un hombre enfermizo decide viajar a Venecia para “quedarse a morir” ahí y en uno de sus paseos por la ciudad conoce a una hermosa joven, sin embargo no tiene ninguna posibilidad de entrar en contacto con ella para conocerla, una y otra vez regresa al mismo lugar pero no la vuelve a ver, por azares de la vida, entra en contacto con alguien que la conoce y puede empezar a relacionarse con ella, es una mujer bellísima e intelectual a más no poder, pero en pleno siglo XIX, ser una mujer intelectual es ser una mujer sola y fría. Nuestro amigo trata de llegar a su corazón y le escribe una carta en el que hace una descripción del amor como él lo ha conocido, tratando que por esta vía Atenea pueda encontrar a su vez el camino al amor. Igualmente la historia se trunca al final de la carta.

            Estos últimos tres cuentos, tocando el tema del amor desde diversos estados y situaciones, tienen un hilo conductor: las cuatro son historias en donde el protagonista es hombre. Lejos de pensar en una visión machista del fenómeno amoroso, más bien responde a que los cuentos tienen cierta carga autobiográfica, de tal manera que hemos podido viajar a las experiencias amorosas del autor en las diferentes etapas de su vida, no obstante, nadie puede saberlo con certeza, nos quedaremos con la duda y con la belleza de estas historias.

            Algunas perlas de este libro:

“En la primavera de la vida, hasta las espinas florecen y hasta las penas tienen un sabor de felicidad… Entonces hasta los días negros tienen un rayo de luz; es la esperanza”.

“No extrañe, usted, señora, nuestro asombro; pero esta aventura no tiene nada de común y menos lo tiene la persona de usted. Es usted la hermosa heroína de una novela”.

“Has amado alguna vez, hijo mío, y al declarar tu amor te han respondido ofreciéndote amistad? Si es así, te compadezco”.

“¡Se puede ser Don Juan muchas veces; pero Romeo…, sólo una!

“Yo me quedé abatido, y por la primera vez también comprendí lo que era ese horroroso desierto que se hace en derredor nuestro cuando se ausenta la mujer amada”.

¿Acaso el amor no es una enfermedad que se contrae en una sola mirada, al escuchar un acento, al estrechar una mano?

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Clemencia

     Desde que leí “El Zarco” supe que Ignacio Manuel Altamirano sería uno de mis favoritos: dueño de una gran cultura, una prosa refinada y un alto sentido del honor y de la dignidad que se respira en sus obras. En esta ocasión le tocó el turno a “Clemencia”, una novela que toca un tema recurrente en Altamirano: la decencia y la magnanimidad no están necesariamente unidas a la presencia física, ni están sometidas a la siempre engañosa primera impresión.

            La primera protagonista de la novela es la ciudad misma donde se desarrolla la trama: Guadalajara, en particular me cala hondo, debido a que tengo apenas unos días que conocí por primera vez a “La Perla de Occidente” en un viaje breve, pero que creó en mí una impresión singular entre todas las demás ciudades que he conocido, de ahí que me llame la atención el hecho de que el autor no deja en ningún momento de ponderar las bellezas de esta ciudad y nos regala imágenes grandilocuentes: “La vista no puede menos de quedar encantada al ver brotar de la llanura, como una visión mágica, a la bella capital de Jalisco, con sus soberbias y blancas torres y cúpulas, y sus elegantes edificios que brillan entre el fondo verde oscuro de sus dilatados jardines”, y qué decir de la gente de Guadalajara: “Así es que en Guadalajara, apenas llega un mexicano cuando veinte personas le rodean afectuosamente, le invitan a pasar a la casa, le brindan la más franca hospitalidad, le procuran relaciones, y le inician, por decirlo así, en todas la intimidades de aquella sociedad”… “En Guadalajara, a los diez minutos de haber sido presentado, le ofrecen un banquete y apuran en su compañía la copa de la amistad”.

            Dentro de este bello escenario de México, se desarrolla la trama de la novela: en tiempos de la intervención francesa,  dos oficiales del ejército liberal, totalmente opuestos en su físico y en su espíritu, comparten una amistad: Enrique Flores y Fernando Valle; mientras que Enrique, es un joven apuesto, dado a la galantería, conquistador, hábil en sus relaciones sociales, simpático a más no poder, talentoso frente al piano: su amigo Fernando, es apocado, físicamente insignificante, de aspecto enfermizo, huraño, de pocos amigos, y carácter agrio, no obstante,  es valiente, arrojado y generoso a diferencia de Enrique que es de espíritu ligero, superficial, incluso mezquino.

            Pues bien, nuestros amigos han llegado a Guadalajara en el paso del ejercito liberal para detener el avance francés dentro del territorio nacional. Ha pasado ya la gesta del 5 de mayo, en la que Fernando demostró sobrada valentía; pero dicha victoria ha quedado atrás y las derrotas ante los franceses se suceden una tras otra, el ejército se repliega buscando reordenarse y defender la República, en este viaje, los amigos conocen en Guadalajara a una prima de Fernando: Isabel, una bellísima joven rubia, de aspecto angelical, y temperamento apacible. Fernando, quien nunca se había enamorado, se siente impresionado por la belleza de su prima Isabel, pero al visitarla, acompañado de su amigo Enrique, conoce junto con él a una amiga de Isabel: Clemencia, una belleza morena, con unos ojos que embrujan con su mirada y de temperamento apasionado, acostumbrada a hacer valer su voluntad a fuerza de su belleza magnética.

            Pronto Enrique se lanza a la conquista de Isabel, quien cae inmediatamente conquistada por su bello semblante y su personalidad carismática, por otro lado, Clemencia parece sentirse más atraída por Fernando, a quien conquista gracias a su coquetería irresistible. Sin embargo la situación no dudará mucho: Enrique sólo quiere de Isabel un amor pasional y sin compromisos, Isabel lo rechaza por ese motivo con el dolor de su corazón y queda devastada. Al ver su intención trunca, Enrique se lanza a conquistar a Clemencia, pasando por encima del amor de su amigo, Clemencia termina correspondiéndole, ya que su relación con Fernando ha sido sólo un juego de su espíritu curioso; esto, ante la agonía de Isabel y de Fernando.

         La guerra entra en escena y los militares son enviados hacia Colima, y el drama entre el amor de las dos mujeres por Enrique y el despecho de Fernando al verse burlado, generarán un desenlace lleno de emoción, sentimientos cruzados y admiración, en los que lo celos, la traición a la patria, la desvergüenza, el valor y el honor corren a raudales.

            Pocas veces me he sentido tentado a saltar páginas, solamente para saber el desenlace final de la historia, ésta ha sido una de esas veces, en verdad que Altamirano ha dejado una huella profunda en mí a raíz de su novela Clemencia, en la que se asoma al corazón de la mujer, lleno de enigmas y dulzuras.

            Algunas perlas de este libro:

“Gastador, garboso, alegre, burlón, altivo y aun algo vanidoso, tenía justamente todas las cualidades y todos los defectos que aman las mujeres y son eficaces para cautivarlas”.

“En pocos lugares de la República puede contemplarse el grandioso espectáculo que en Guadalajara, que pudiera llamarse la hija predilecta del trueno y de la tempestad”.

“Quien no espera vencer, ya está vencido”.

“El corazón no debe darse sino como precio de un amor probado mil veces. El que resiste a estas pruebas y sale airoso de ellas, ese es el merecedor de nuestro cariño”.

“La memoria de un alma compasiva es la más santa de las tumbas”.

sábado, 1 de noviembre de 2014

El juego de ripper

        Isabel Allende es una escritora peruana que vive actualmente en California, obteniendo la ciudadanía norteamericana. Es una escritora con un alto volumen de ventas a pesar de que se le ha acusado de baja calidad literaria.

          Esta es su primera novela de corte policiaco: "El juego de ripper" y debo decir que no le quedó nada mal.

          Es una novela que desde el principio te engancha: una serie de asesinatos en San Francisco mantiene en jaque al inspector en jefe del departamento de homicidios de la ciudad.

           Su hija Amanda, una inteligentísima adolescente de 15 años dirige a su vez, un equipo virtual de jóvenes de USA, Australia, Sudáfrica e Inglaterra que se dedican a jugar "Ripper", juego de rol en el cual, tomando diferentes personalidades, se encargan de seguir y desentrañar los misterios de los asesinatos de San Francisco.

             La madre de Amanda, Indiana, es una atractiva mujer de 33 años que, divorciada del padre de su hija, trata de sacarla adelante y a su vez reencontrar el camino de su felicidad.

              Pronto la vida de todos se verá trastocada cuando los eventos sangrientos de la ciudad empiecen a suceder a personas cercanas, incluso a ellos mismos.

              Amanda tendrá que hacer uso de todo su talento y el apoyo del grupo de Ripper para salvar a su madre que ha sido secuestrada, tal misión será operada por el enamorado de su madre: un veterano "Navy Seal": Ryan Miller.

              Tal vez se le podría acusar a esta obra de ser literatura de entretenimiento únicamente, sin la intención de dejar nada más en el lector, estrictamente hablando creo que es así, pero cumple bien su cometido.

                  Por otro lado, podemos encontrar una fuerte influencia de la cultura New Age y de la filosofìa oriental en este trabajo, cosa que siendo cristiano no me agrada mucho, pero lo respeto.

Algunas perlas de este libro:

"La maldad es una distorsión de la bondad natural, una expresión del alma enferma".

"Quien busca ayuda, siempre la encuentra".

"No se puede escapar de ciertos recuerdos, siempre te alcanzan, debes reconciliarte contigo mismo".