Desde que leí “El Zarco” supe que Ignacio Manuel Altamirano sería uno de mis favoritos: dueño de una gran cultura, una prosa refinada y un alto sentido del honor y de la dignidad que se respira en sus obras. En esta ocasión le tocó el turno a “Clemencia”, una novela que toca un tema recurrente en Altamirano: la decencia y la magnanimidad no están necesariamente unidas a la presencia física, ni están sometidas a la siempre engañosa primera impresión.
La primera protagonista de la novela es la ciudad misma donde se desarrolla la trama: Guadalajara, en particular me cala hondo, debido a que tengo apenas unos días que conocí por primera vez a “La Perla de Occidente” en un viaje breve, pero que creó en mí una impresión singular entre todas las demás ciudades que he conocido, de ahí que me llame la atención el hecho de que el autor no deja en ningún momento de ponderar las bellezas de esta ciudad y nos regala imágenes grandilocuentes: “La vista no puede menos de quedar encantada al ver brotar de la llanura, como una visión mágica, a la bella capital de Jalisco, con sus soberbias y blancas torres y cúpulas, y sus elegantes edificios que brillan entre el fondo verde oscuro de sus dilatados jardines”, y qué decir de la gente de Guadalajara: “Así es que en Guadalajara, apenas llega un mexicano cuando veinte personas le rodean afectuosamente, le invitan a pasar a la casa, le brindan la más franca hospitalidad, le procuran relaciones, y le inician, por decirlo así, en todas la intimidades de aquella sociedad”… “En Guadalajara, a los diez minutos de haber sido presentado, le ofrecen un banquete y apuran en su compañía la copa de la amistad”.
Dentro de este bello escenario de México, se desarrolla la trama de la novela: en tiempos de la intervención francesa, dos oficiales del ejército liberal, totalmente opuestos en su físico y en su espíritu, comparten una amistad: Enrique Flores y Fernando Valle; mientras que Enrique, es un joven apuesto, dado a la galantería, conquistador, hábil en sus relaciones sociales, simpático a más no poder, talentoso frente al piano: su amigo Fernando, es apocado, físicamente insignificante, de aspecto enfermizo, huraño, de pocos amigos, y carácter agrio, no obstante, es valiente, arrojado y generoso a diferencia de Enrique que es de espíritu ligero, superficial, incluso mezquino.
Pues bien, nuestros amigos han llegado a Guadalajara en el paso del ejercito liberal para detener el avance francés dentro del territorio nacional. Ha pasado ya la gesta del 5 de mayo, en la que Fernando demostró sobrada valentía; pero dicha victoria ha quedado atrás y las derrotas ante los franceses se suceden una tras otra, el ejército se repliega buscando reordenarse y defender la República, en este viaje, los amigos conocen en Guadalajara a una prima de Fernando: Isabel, una bellísima joven rubia, de aspecto angelical, y temperamento apacible. Fernando, quien nunca se había enamorado, se siente impresionado por la belleza de su prima Isabel, pero al visitarla, acompañado de su amigo Enrique, conoce junto con él a una amiga de Isabel: Clemencia, una belleza morena, con unos ojos que embrujan con su mirada y de temperamento apasionado, acostumbrada a hacer valer su voluntad a fuerza de su belleza magnética.
Pronto Enrique se lanza a la conquista de Isabel, quien cae inmediatamente conquistada por su bello semblante y su personalidad carismática, por otro lado, Clemencia parece sentirse más atraída por Fernando, a quien conquista gracias a su coquetería irresistible. Sin embargo la situación no dudará mucho: Enrique sólo quiere de Isabel un amor pasional y sin compromisos, Isabel lo rechaza por ese motivo con el dolor de su corazón y queda devastada. Al ver su intención trunca, Enrique se lanza a conquistar a Clemencia, pasando por encima del amor de su amigo, Clemencia termina correspondiéndole, ya que su relación con Fernando ha sido sólo un juego de su espíritu curioso; esto, ante la agonía de Isabel y de Fernando.
La guerra entra en escena y los militares son enviados hacia Colima, y el drama entre el amor de las dos mujeres por Enrique y el despecho de Fernando al verse burlado, generarán un desenlace lleno de emoción, sentimientos cruzados y admiración, en los que lo celos, la traición a la patria, la desvergüenza, el valor y el honor corren a raudales.
Pocas veces me he sentido tentado a saltar páginas, solamente para saber el desenlace final de la historia, ésta ha sido una de esas veces, en verdad que Altamirano ha dejado una huella profunda en mí a raíz de su novela Clemencia, en la que se asoma al corazón de la mujer, lleno de enigmas y dulzuras.
Algunas perlas de este libro:
“Gastador, garboso, alegre, burlón, altivo y aun algo vanidoso, tenía justamente todas las cualidades y todos los defectos que aman las mujeres y son eficaces para cautivarlas”.
“En pocos lugares de la República puede contemplarse el grandioso espectáculo que en Guadalajara, que pudiera llamarse la hija predilecta del trueno y de la tempestad”.
“Quien no espera vencer, ya está vencido”.
“El corazón no debe darse sino como precio de un amor probado mil veces. El que resiste a estas pruebas y sale airoso de ellas, ese es el merecedor de nuestro cariño”.
“La memoria de un alma compasiva es la más santa de las tumbas”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario