lunes, 16 de febrero de 2015

La Ilíada

            La Ilíada es uno de esos libros que “todos creemos haber leído”, pero que en realidad casi nadie lo ha hojeado siquiera. Me explico: todos nos sabemos de una o de otra forma la historia de la guerra de Troya: al menos la leyenda del caballo de Troya y la existencia de un héroe invencible, llamado Aquiles; cuya única debilidad, era el talón y cómo la guerra se inició por el rapto de una tal Helena, por lo cual se le conoce como “Helena de Troya”. En parte, por lo que escuchamos en la escuela, y lo que aprendimos en las producciones de Hollywood.

            Sin embargo, este poema épico, (aclaremos que no es novela), poco tiene que ver con la idea preconcebida que tenemos de la historia.

            Empezando: la guerra de Troya duró aproximadamente 10 años y esta obra relata los sucesos acaecidos durante el último año del asedio a la ciudad de Troya. El libro inicia ya estando los pueblos en guerra, el autor presume que todos los personajes son ya conocidos y no necesitan ningún tipo de presentación, ya sea porque los considera  parte del imaginario popular, o bien, y esa es mi percepción personal, porque “La Ilíada” forma parte de un “corpus literario” más amplio, del cual también formaba parte “La Odisea”, es decir, me imagino a la obra de Homero como una saga (ahora que están de moda las sagas) de varios poemas concatenados entre sí, que describían a los héroes y los hechos de los 10 años de la guerra de Troya y que, por alguna razón, se perdieron en el tiempo y de los cuales sólo llegaron a nosotros los dos poemas Homéricos que conocemos. Probablemente toda la saga llegó a formar parte del acervo de la extinta Biblioteca de Alejandría, pero bueno, esas son conjeturas que sobrepasan los alcances de esta reseña.

            Decía entonces: el libro sólo describe los hechos ocurridos en el último año de la guerra: no describe las razones de la guerra, es decir, el juicio de Paris no está incluido, tampoco el rapto de Helena, ni la convocatoria de Menelao y Agamenón para acudir a sitiar a Troya, no relata siquiera la historia de la muerte de Aquiles, aunque constantemente la menciona, pero sólo como vaticinio; finalmente, tampoco cubre la historia del caballo de Troya. ¿Pues entonces de qué trata la Ilíada?

            El tema principal es la guerra. ¡Y vaya que lo es! La inmensa mayoría del relato es la descripción de las batallas peleadas al pie de las puertas de la ciudad, en el campo y en la playa donde se encuentra el campamento Aqueo y sus naves, la descripción de las peleas cuerpo a cuerpo de los héroes de ambos ejército: Por el lado de Troya, Héctor, general del ejército Troyano e hijo del Rey Príamo; Paris, su hermano, Teucro, Laoconte, entre muchos otros. Por el lado de los Aqueos, Agamenón, rey de Micenas, jefe del ejército aqueo y hermano de Menelao, esposo de Helena; Ulises, rey de Ítaca; Ayax, el Grande; Ayax, el menor, Antíloco, Diomedes,  Patroclo y, claro, Aquiles, aunque aparece y participa poco en la historia, debido a que casi durante todo el relato, se abstiene de luchar por los aqueos, debido a que se encuentra disgustado con Agamenón por haberle arrebatado a su concubina Briseida.

            El hecho de que Aquiles se retire de la guerra, inclina el fiel de la balanza a favor de los Troyanos y Héctor se adjudica grandes victorias en las batallas que se describen durante la historia. Llama mucho la atención, el carácter épico de la historia y el gran lirismo que se logra en ocasiones, precisamente en momentos que parecerían fuera de lugar: baste con repasar los largos diálogos llenos de lirismo que Homero pone en los labios de los personajes en plena batalla, ¿quién puede decir diálogos como estos, mientras está resistiendo la carga de un ejército entero, o mientras trata de romper las falanges enemigas?, ¡es imposible!, claro, ¡pero es un poema épico!, y los diálogos no hacen más que resaltar los valores que son apreciados en el ejercicio de la milicia: el valor, la fuerza, la habilidad para pelear, el honor y el desprecio de los dolores, por más intensos que estos sean.

            De manera especial, el relato de la lucha que se da por el cuerpo de Patroclo, una vez que es vencido y muerto por Héctor, adquiere dimensiones épicas indescriptibles: por un lado; los aqueos, tratando de rescatar a su compañero y evitar que su cuerpo sea mancillado por los Teucros (Troyanos) y, por el otro lado, los teucros, que tratan de completar la victoria apoderándose del cuerpo del más grande amigo de Aquiles, como trofeo de esa batalla, en este punto insisto que la Ilíada es más que otra cosa la historia de Héctor, el héroe de Troya y no tanto de Aquiles, que apenas aparece y actúa al inicio de la obra y en su climax final.

            La muerte de Patroclo a manos de Héctor, hace que Aquiles renuncie a su ira contra Agamenón y regrese a la batalla, dando muerte a Héctor de manera dramática. La visita de Príamo al campamento aqueo para reclamar ante Aquiles el cuerpo de su hijo, provoca un diálogo muy hermoso entre ambos enemigos que tenían motivos de sobra para odiarse y que, sin embargo, dan a entender lo absurdo de la guerra y el alto nivel de honor de ambos personajes.

            Finalmente, otro punto de gran atractivo es ver a los dioses del Olimpo tomar parte de uno y otro bando, con conocimiento o al margen de Zeus. Llama la atención también la forma en la que interactúan con los humanos: tomando la forma de personajes conocidos para el otro, muy a la manera de los ángeles del Antiguo Testamento.

          Algunas perlas de este libro:

"El vino aumenta mucho el valor del hombre fatigado".

"Gran fuerza tiene la exhortación de un amigo".

"Ayudadme todos, pues la obra de muchos siempre resulta mejor".

"De todo llega el hombre a saciarse: del sueño, del amor, del dulce canto y de la agradable danza, cosas más apetecibles que la pelea; pero los teucros no se cansan de combatir".

"El necio sólo conoce el mal cuando ha llegado".

"El leñador más hace con la habilidad que con la fuerza".

"El gran Príamo entró sin ser visto, y acercándose a Aquiles, abrazole las rodillas y besó aquellas manos, terribles, homicidas, que habían dado muerte a tantos hijos suyos... A Aquiles le vino deseo de llorar por su padre; y cogiendo la mano de Príamo, apartole suavemente".

No hay comentarios:

Publicar un comentario