miércoles, 21 de octubre de 2015

Orgullo y prejuicio

         Es verdad, es una novela de amor; pero muy lejos de ser una “novela del corazón”, como pudiera catalogársele en una lectura superficial del título. Jane Austen, es la prueba de que el genio literario no está determinado por el género del autor, una excelente novela es una excelente novela, sin importar si la escribió un hombre o una mujer y estoy convencido de que si la sociedad del siglo XVIII, XIX y XX fueran más abiertas en ese sentido, la literatura universal contaría con excepcionales obras escritas por otras excepcionales mujeres. “Orgullo y Prejuicio” es la prueba.

                Ambientada en la Inglaterra de finales del siglo XVIII, principios del siglo XIX, esta novela es la historia de las relaciones de una familia integrada por cinco hermanas y sus respectivos padres: los Bennet, en especial de las dos hijas mayores: Jane Bennet y Elizabeth Bennet, ambas bellas, juiciosas y de buen corazón, cosa que no se puede decir de la madre de ambas y de las dos hijas menores de la familia, quienes son impulsivas, muy dadas al despilfarro y a la exageración de maneras, cosas muy mal vistas entre los ingleses de la época (y dicho sea de paso, chocantes también en la época actual, pasé muy malos ratos escuchando las tonterías de la sra. Bennet y sus hijas menores). No obstante, y más bien, precisamente por eso, la familia Bennet es una familia simpática como personajes que hace que la obra sea del todo entretenida por la serie de enredos, discusiones y malos entendidos que ocasionan.

                Por encima de la trama misma que es, sin duda alguna, romántica; está el retrato fiel de la sociedad de aquél tiempo, sus costumbres, sus usos comunes y las formas que tenían de relacionarse, es un viaje maravilloso a una tierra con una sociedad diferente y apasionante, a lo largo de sus páginas que se pasan volando, te sientes a lado de los personajes, escuchándolos y disfrutando con ellos.

                No hay acción, no hay grandes sentencias filosóficas, no hay gravedad en los personajes, pero la narración te transporta, como ya lo he dicho, y te hace olvidar por completo donde estás físicamente. En una palabra: si la conocida sentencia de “si quieres vivir mil vidas durante tu vida, lee” es verdadera, se cumple a cabalidad en esta novela. El secreto, creo yo, lo devela la misma autora en la novela: “Los tópicos más comunes, más triviales y más manidos, pueden resultar interesantes si se dicen con destreza”.

 

                Lo bueno: El retrato de la sociedad inglesa del siglo antepasado.

                Lo malo: Lo poco que dura su lectura.

                Lo feo:  Como tengo que poner algo, deberá ser a la sra. Bennet, la odié, no se puede ser más insufrible que esa señora.

                Algunas perlas del libro:

·         “El orgullo está relacionado con la opinión que tenemos de nosotros mismos; la vanidad, con lo que quisiéramos que los demás pensaran de nosotros”.

·         “Si una mujer disimula su afecto al objeto del mismo, puede perder la oportunidad de conquistarle”.

·         “En nueve de diez casos, una mujer debe mostrar más cariño del que siente”.

·         “No me importa caminar, no hay distancias cuando se tiene un motivo”.

·         “Nada es más engañoso – dijo Darcy – que la apariencia de humildad”.

·         “El más sabio y mejor de los hombres o la más sabia y mejor de las acciones, pueden ser ridículos a los ojos de una persona que no piensa en esta vida más que en reírse”.

·         “Sus ojos recorrían el papel con tal ansiedad que apenas tenía tiempo de comprender, y su impaciencia por saber lo que decía la frase siguiente le impedía entender el sentido de la que estaba leyendo”.

·         “No es justo publicar las faltas del pasado de una persona, ignorando si se ha corregido”.

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