La novela más emocionante que he leído en lo que va del año, el padre español José Antonio Fortea Cucurull además de ser sacerdote católico, demonólogo, exorcista y teólogo, (seguro que es muchas cosas más), es además un increíble escritor, obras tales como “Summa Demoníaca”, “La Historia del mundo angélico”, “La mitra y sus ínfulas” y “Las aguas vivas que borbotean”, entre muchas otras, muestran su profundo conocimiento sobre las realidades teológicas y un grado de desarrollo espiritual sorprendente, sin embargo, como prosista, tiene una pluma ágil y certera, atrapa al lector casi sin darse cuenta y no permite despegar los ojos de las páginas que se van sucediendo, una tras otra.
Cyclus Apocalypticus, es una novela de Ficción religiosa, describe al mundo a principios del siglo XXIII: la religión cristiana, es apenas profesada por una pequeñísima minoría en todo el mundo, los “popistas”, como se llama a estos creyentes, son mirados con recelo, y cierto desprecio. En el mundo la gran mayoría de la población es, o atea prágmática, o dagoniana, es decir, seguidor del dios “Dagón”, una bestia de cuerpo de felino y fauces enormes. En el mundo se distinguen sólo dos grandes bloques políticos, “La República”, constituída por Estados Unidos y los países satélites, y “El imperio”, conformado por los países Europeos y gran parte de Asia y África y unos cuantos países independientes. La historia, vista desde el punto de vista del Jefe Supremo del Imperio, trata del esfuerzo por crear un solo imperio mundial a cargo del Emperador, y como ese poder omnímodo, está bajo la sombra de la religión dagoniana. Pronto el Imperio decide borrar sobre la faz de la tierra a los cristianos y todo el legado que el cristianismo ha dejado en 23 siglos de historia.
La historia de la persecución de los cristianos, la guerra, la opresión del gobierno y la apostasía general del mundo, nos rodea casi sin darnos cuenta, hasta el momento de ver claramente que estamos viviendo los tiempos del Apocalipsis escrito por San Juan. Paso a paso vamos “releyendo” el último libro de la Biblia con los ojos de la civilización actual y nos encontramos a lado del anticristo, la bestia y el dragón de 10 cabezas, asombrados de la manera en la que Fortea nos presenta esos seres míticos, en clave moderna. Una historia delirante y vertiginosa, la leí en un solo día a pesar de tener un fuerte dolor de cabeza, pero no podía dejar de leer. Estoy convencido de que he asistido al nacimiento de un clásico de la literatura de ficción a la altura de Julio Verne o George Orwell, y al mismo tiempo, un referente en el género de “Ficción cristiana”, si cabe.
Otra gran cualidad de la obra es que es una novela totalmente visual, la manera en la que la ha escrito el autor, la pone en una inmejorable posición para hacer una adaptación cinematográfica, (no quiero imaginarme el peliculón que saldría de una obra así), pero mientras un estudio se anima, tenemos la posibilidad de crear y recrear esta historia en nuestra mente.
Lo mejor de todo, es que el padre Fortea presenta esta novela como la primera de una decalogía: diez libros que tratan el gran acontecimiento apocalíptico, cada uno desde una perspectiva diferente, cada uno con una historia independiente, sin conexiones ni continuación entre ellos, cada uno de ellos como una unidad, con principio y desenlace por sí mismo, pero cada uno con una óptica diferente respecto al mismo acontecimiento: los sucesos previos al Fin del Mundo.
Además de todo lo anterior, la decalogía está casi totalmente publicada, se puede acceder a 7 de los 10 libros, así que tenemos lectura para rato. Se puede consultar los libros del padre Fortea en su portal: http://www.fortea.ws/
Algunas perlas de esta imponente historia:
· “Qué misterioso me ha parecido siempre el hecho de que un hombre pueda mandar a otro hombre”.
· “En política, casi todos los cambios se dan como en la naturaleza, poco a poco”.
· “Qué pegajoso resulta el poder. Lo toqué un momento… y ya no se separó de la palma de mi mano”.
· “Sólo cuando se está en la cúspide del Poder uno se da cuenta de lo poco que se puede hacer”.
· “Cada día morimos ocho horas”.
· Por la utopía, hemos destruido la realidad”.
· “Todo pariente pobre, es siempre un pariente lejano”.
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