“Un día, algo cautiva nuestro interés. Cualquier cosa. Algo insignificante. Un capullo de rosa, un sombrero perdido, un jersey que nos gustaba de niños, un viejo disco de Gene Pitney… Lo que me cautivó a mí aquel domingo de otoño al atardecer fue, ni más ni menos, una máquina pinball”.
Me pareció un excelente inicio para esta novela, justifica su razón de ser y lo prepara a uno para la historia que se avecina. El único problema es que este párrafo lo escribe el autor ¡después de que has leído la mitad del libro!
Me considero flexible respecto a estructura narrativa y además paciente, para novelas que te hacen leer páginas y páginas sin decirte a dónde quieren llevarte pero, no creo buena idea iniciar la novela a mediados del libro.
Antes de este punto, la historia es una serie de dos narraciones que relatan sucesos en la vida del personaje principal, que se diría, es el autor y sus aventuras con dos gemelas un tanto huecas de cerebro con las que vive y, por otra parte, algunas aventuras del “Rata”, el amigo del protagonista.
La historia fue escrita como la continuación de la primer novela de Haruki Murakami: “Escucha la canción del viento”, se desarrolla tres años después, sin embargo, no veo en “Pinball” la misma magia que encuentro en la obra prima del autor. Sin embargo, continúa con el mismo estilo que no deja que te separes del libro.
Podríamos decir que esta pequeña novela se divide en tres grandes historias:
· Primero, la situación de vida del protagonista, en la que una vez regresando de Tokio por motivos de estudios, establece junto a un socio una oficina de traducciones que lo mantiene bastante ocupado, nos cuenta algunos trazos de la vida en su pequeña oficina y a la vez, la relación que mantiene con un par de hermanas gemelas que vienen a vivir a su casa sin razón aparente y que él acepta sin muchas preguntas.
· La segunda parte de la novela consiste en la historia de la obsesión temporal del protagonista por una vieja máquina de Pinball con la que jugaba años atrás, dicha obsesión, lo lleva a investigar su actual paradero, (cómo si de una vieja novia se tratara) y consultar con un profesor universitario especialista en la historia de las máquinas Pinball, hasta que la encuentra en un almacén en donde un coleccionista reúne docenas de esas máquinas.
· La tercera historia que se va narrando en capítulos intercalados con las otras dos historias, cubriendo el total de la novela, nos adentra en la vida de “El Rata”, personaje que ya conocemos desde la lectura de “Escucha la canción del viento”, sus intrascendentes platicas con Jay, el dependiente del Jay´s Bar de donde es cliente frecuente, su inocente “acoso” a una mujer a la que ve en la habitación de su casa cuando pasea por la playa en las tardes y su decisión de alejarse para siempre de esa ciudad.
No existe una línea argumental y tal vez la única historia con continuidad sea la búsqueda de la máquina Pinball, la cual, debo decir, engancha a pesar de su intrascendencia, sin embargo, da pie a que la magia de Murakami se haga presente: una vez que ha encontrado nuestro protagonista la máquina tan buscada, el autor nos presenta un diálogo que se da entre éste y la máquina, simplemente fascinante, sin duda para mí, es la mejor parte de todo el libro, quedas embelesado y confirmas que Murakami es un genio de los diálogos.
Con todo, no me pareció una gran novela, razón por la cual le doy 3 estrellas de 5.
Lo bueno: Ya lo dije, la capacidad del autor de atraparte si hay un diálogo de por medio.
Lo malo: La dispersión de las ideas, la falta de una línea argumental general.
Lo feo: Si en su anterior novela, medio mundo tomaba cerveza, ahora, todo mundo fuma. ¿de qué se trata?
Muy hermosas frases se pueden encontrar en esta novela, para muestra, una perlas:
· “El faro, siempre captaba el instante en que la luz y las tinieblas se mezclan y las tinieblas se disponen a trascender a la luz”.
· “Suponiendo que alguien muera hoy, nosotros no estaremos tristes –me dijo el apacible venusiano-. Nosotros ya lo amamos mientras vivía. Para no arrepentirnos después de nada”.
· “Hacía tiempo que no miraba el cielo. Aunque sería más exacto decir que hacía tiempo que no me paraba a contemplar algo con sosiego”.
· “Y del mismo modo que en ´Alicia en el país de las maravillas´ ocurre con el gato de Cheshire, una vez que Naoko hubo desaparecido, sólo quedó su sonrisa”.
· “Los días de lluvia y los lunes, todos tenemos el corazón sombrío”.
WOW, Rafa, siempre he admirado tu pluma. mi mas sincera enhorabuena.
ResponderEliminarTe lo agradezco mucho, Conrado. Un saludo.
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