Acercarse a Carlos Fuentes es descubrir, con no poca sorpresa, nuestra historia y nuestra cultura mexicana... latinoamericana. Esta es una novela extraordinaria: "Las buenas conciencias" una inteligente crítica al conservadurismo religioso de mitad del siglo XX... y yo diría que también del siglo XXI.
Se ambienta en la ciudad de Guanajuato y nos hace entrar a la vieja casona de cantera de la familia Ceballos, una de las de mayor abolengo de la ciudad, cuyas raíces se remontan a los años mil ochocientos cincuenta y dos, cuando el patriarca de la familia: Don Higinio Ceballos, inmigrante madrileño establece su tienda de paños en la ciudad.
En esta casona vive ahora (1950) su bisnieto, Jaime Ceballos, un adolescente de 14 años que, como todo adolescente, trata de afirmarse en su identidad y encontrar el sentido de su vida.
Educado en la fe católica por sus tíos, Jaime descubre un razgo contradictorio: la sublimidad de la vida entregada a la caridad y la doble moral de sus tíos que han corrido de su casa a su madre, por no considerarla de su misma clase (ante la pasividad de su padre Rodolfo, que se queda viviendo en un cuarto contigüo a la casa).
En medio del proceso propio de la adolescencia, Jaime rechaza el moralismo impuesto y la hipocresía santigüada, piensa que la Iglesia ha dejado de ser el Cuerpo de Cristo para ser un lugar en donde van ciertas personas una vez a la semana para sentirse buenas.
Como cristiano católico, no deja de llamarme la atención esta crítica, no a la fe, sino a la forma en que la vivimos los cristianos, y no puedo más que reconocer que muchas veces hacemos válida la expresión de Jaime: "los cristianos son unos hipócritas".
Es de resaltar la extrema viveza y profundidad con la que Carlos Fuentes describe el diálogo entre Jaime y el padre Obregón, cuando Jaime es llevado a la fuerza por su tío para que se confiese, en sólo diez páginas del libro, moral, libertad, coherencia cristiana y santidad son presentadas de manera brillante por el autor.
En su proceso de maduración, Jaime va atemperando sus actitudes más extremas, al punto de que el lector llega a la misma conclusión que el protagonista: más allá de las contradicciones de los adultos, hay un transfondo de razón que le hace detenerse y prestar atención, sin dejar de ver las incoherencias; pero respetando a la persona, ya que la incoherencia es parte inherente de todo ser humano... él incluído.
Algunas perlas de este libro:
"¡Qué distinto!... ¡Qué distinto lo que somos, de lo que pudimos ser!"
"El pobre padre Obregón, tan preparado, tan excelente estudiante en el Seminario, había perdido poco a poco, en el estancamiento de la provincia, el hábito del diálogo."
"Tantos se avergüenzan de ese primer amor, que es amor de uno mismo, que después ya no se atreven a darlo."
"-Señor, no quiero engañarme más. Creí que yo solo, obedeciendo tu lección, sería un buen cristiano...
- Pero no estás solo, mi hijo. Mi lección sólo se cumple al lado de los demás."
Es un verdadero manjar... sólo Carlos Fuentes...
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