sábado, 25 de octubre de 2014

Historias de cronopios y famas

          Julio Cortázar definitivamente no es para cualquiera,  inevitablemente te obliga a tomar una postura ante él: o lo odias o lo amas, no puedes tener término medio ante su literatura.

           Una cosa es cierta: para leer a Cortázar necesitas eliminar antes muchos paradigmas de tu cabeza, tal vez por eso es tan bien recibido por los jòvenes: siempre están abiertos a caminos nuevos, diferentes.

           "Historias de cronopios y famas" es una muestra de ello: estamos ante un libro de cuentos y relatos irreverentes y desenfadados, todo lo contrario de lo que esperaríamos de una obra literaria "seria"... y sin embargo, lo es.

El autor nos describe un universo nuevo, dónde lo irrelevante se convierte en vital y lo trascendente es prescindible, nos enseña a no tomarnos tan en serio y disfrutar la vida como viene, "sin el pragmatismo y la horrible tendencia a la consecución de fines útiles".

Para el lector tradicional, este libro será una insensatez y su lectura una pérdida de tiempo; para la persona adecuada, será una ventana a un mundo nuevo, más libre, más natural y más esencial.

Sólo un dato: pocas lecturas recuerdo de mis años de primaria; pero una me quedó grabada a fuego en la mente... hoy vengo a descubrir que ese relato que quedó tan vívido en la memoria de un niño de ocho años (hace treinta y cinco) fue un brevísimo cuento de este libro: "Historia verídica"... lo dicho, el mejor lector de Cortázar siempre será un niño.

Es un libro brevísimo, apenas 100 páginas y sin embargo te puede cambiar la vida: es un lectura que te enseña a jugar con la vida y ver al mundo con ojos nuevos, de niño.

Algunas perlas de este libro:

"Piensa en esto: cuando te regalan un reloj, te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire".

"Mi secretaria lloraba, leyendo el decreto por el cual me dejaban cesante, para consolarme, decidí abstraer sus lágrimas y por un rato me deleité con esas diminutas fuentes cristalinas que nacían en el aire y se aplastaban en los biblioratos, el secante y el boletín especial.
La vida está llena de hermosuras así."

"Un cronopio pequeñito buscaba la llave de la puerta de la calle en la mesa de luz, la mesa de luz en el dormitorio, el dormitorio en la casa, la casa en la calle, aquí se detenía el cronopio, pues para salir a la calle precisaba la llave de la puerta."

"Un cronopio encuentra una flor solitaria en medio de los campos. Primero la va arrancar, pero piensa que es una crueldad inútil y se pone de rodillas a su lado y juega alegremente con la flor, a saber: le acaricia los pétalos, le sopla para que baile, zumba como una abeja, huele su perfume y finalmente,  se acuesta debajo de la flor y se duerme envuelto en una gran paz. La flor piensa: es como una flor".

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