miércoles, 1 de octubre de 2014

Bajo la misma estrella

Un “bestseller” para adolescentes y jóvenes, incluso ya hicieron la película, de hecho vi la película antes de leer el libro, debo decir que es bastante fiel a la novela de John Green, pero por regla general, las películas siempre salen debiendo si las comparamos con la novela (excepción que confirma la regla: El Padrino).

    Después de leer a algunos clásicos de la literatura universal, leer un libro de moda, termina siendo un descanso; la lectura, claro, es mucho más ágil, considerando además que es un libro para adolescentes, con una prosa ciertamente ligera que hace volar páginas.

     Hazel es una chica de 17 años con cáncer de tiroides que ha hecho metástasis en los pulmones y la encadena a un tanque de oxígeno portátil que lleva y trae a todos lados. De carácter reservado y totalmente resentida contra la vida que le ha tocado llevar, trata de pasar sus días con la menor carga de depresión, aunque sabe que “la depresión es un efecto secundario de estar muriendo”. 

     Su único refugio es la lectura de su libro predilecto: “Un dolor imperial” de Peter Van Houten, el cual narra la historia de una enferma en fase terminal y que termina de manera inesperada a la mitad de una frase, ese libro se ha convertido para Hazel en un manual de sobrevivencia y Peter, su autor, en la referencia para entender la experiencia de vida-muerte que le ha tocado vivir. 

      Presionada por su madre, acude a un grupo de apoyo en el cual conoce a Augustus Waters, un atractivo joven de diecisiete años a quien en el pasado se le diagnosticó ósteosacroma (cáncer de hueso) y por tal razón ha perdido una pierna, sin embargo, el cáncer parece haber desaparecido. Lleno de un carisma y una simpatía sin límites, pronto se gana la confianza y el cariño de Hazel.

      Juntos vivirán experiencias que por un lado, hacen que Hazel se replanteé sus antiguas ideas en contra de la vida y tratar de sorber al máximo la felicidad que se le presenta en el amor de "Gus"... a pesar de que "el mundo no es una máquina de conceder deseos".

     Una enfermedad terminal, un amor, un viaje a Amsterdam, una desilusión, una noticia fatal que le da un inesperado giro a la trama y un deselace previsible, pero no por eso menos bello y aleccionador: hay que saber aprovechar el breve tiempo que tenemos, conscientes de que "hay infinitos más grandes que otros infinitos".

     Lo más relevante de esta obra es que es para adolescentes y jóvenes y los orilla a pensar en la muerte y hacerse preguntas respecto a su trascendencia. Temas que parecerían estar erradicados de los tópicos propios de esa edad.

Algunas perlas de este libro:

"Creo que mis compañeros querían ayudarme a sobrellevar el cáncer, pero al final se dieron cuenta de que no podían, y por una razón: el cáncer no se sobrelleva".

"La única solución era intentar deshacer el mundo, conseguir que volviera a ser oscuro, silencioso y deshabitado, devolverlo al instante anterior al Big Bang, al principio, cuando era el Verbo, y vivir en aquel espacio vacío previo a la creación, sólo con el Verbo".

"Volví a darle las gracias. En un hospital das las gracias muchas veces".

"Lo curioso de las casas es que casi siempre parece que adentro no está pasando nada, aunque encierran la mayor parte de nuestra vida".

"Los sueños que se hacen realidad nunca sacian la voraz ambición humana, porque siempre pensamos que podríamos volver a hacerlo todo mejor".

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