jueves, 8 de octubre de 2015

Ana Karenina

   ¡Es todo un reto!, y no me digas que eres un lector compulsivo, ante esta novela cualquiera se siente intimidado. No es fácil tomar las cerca de mil páginas que León Tolstoi escribió dedicadas a profundizar la vida íntima de la familia, el matrimonio, la sociedad… pero, valen la pena cada una de ellas.

            León Tolstoi cuenta con una de las narrativas más poderosas con las que me he encontrado. Apenas había leído los tres primeros párrafos de esta obra cuando ya la historia me había atrapado. Nada extraordinario: la discusión de dos esposos al quedar descubierta la infidelidad de él y la situación de angustia de toda la casa al saberse los detalles. Puro conocimiento profundo de la realidad familiar y del alma humana, conocimiento que Tolstoi derrochará a lo largo de toda la novela.

            Lo sorprendente es que esta primera escena es apenas la descripción de la realidad de dos personajes apenas secundarios de la obra. El platillo fuerte vendrá más tarde, pero el autor nos deja una probadita de lo que nos espera a lo largo de la historia.

            La historia de diferentes seres humanos relacionados de alguna manera entre sí: Esteban Oblonski y su esposa Dolly Oblonskaya, Ana Arkadievna Karenina y su esposo Aleksei Alexandrovich Karenin, Constantine Levin, Aleksei Vronsky y Kitty Aleksandrovna… de alguna manera Tolstoi nos introduce a su pequeño mundo y nos hace desentrañar los sentimientos más profundos de cada uno de ellos.

           A raíz del disgusto de Dolly al enterarse de que Esteban le ha sido infiel, la hermana de Esteban visita de urgencia a los esposos para tratar de apaciguar las aguas y salvar el matrimonio de su hermano y su cuñada, su nombre: Ana Karenina. En el viaje conoce a un apuesto militar de apellido Vronsky que se queda totalmente prendado por la belleza de Ana, quien esta ya casada con Aleksei Karenin y tiene un hijo, inculso; sin embargo, eso no detendrá a Vronsky para que trate de conquistarla por todos los medios.

            Por otro lado, Esteban, tiene un amigo de toda la vida: Constantine Levin, él ha estado enamorado toda la vida de una hermana de Dolly: Kitty y aprovechará un baile de la ciudad para declararle su amor, sin embargo Kitty, a pesar de sentir gran simpatía por Levin, se siente deslumbrada por el atractivo y la personalidad de Vronsy y rechaza a Levin, pensando que Vronsy se decidirá por ella. Gran decepción se llevará al ver que Vronsky corteja a Ana y consigue que se convierta en su amante a espaldas de su esposo Karenin.

            Toda la novela girará alrededor de dos grandes temas: El camino que recorrerá Ana en su escandaloso adulterio en medio de la alta sociedad de Moscú y San Petesburgo, cayendo en una espiral de autodestrucción ante la mirada, primero, de su esposo Karenin, luego de su hermano Esteban y finalmente del propio Vronsky y por otro lado, el camino que recorrerá Levine en busca de darle sentido a su amor, a su vida y sus relaciones con la gente del sus tierras a la que tanto respeta. Aunque Ana y Levine no se conocen inicialmente, llevan la misma misión en la historia: “Encontrarse a sí mismos”.

            Ante una historia de esta envergadura, es fácil perderse y de pronto sentir que no sucede nada en la novela, que es lenta tal vez, y sin embargo, Tolstoi tiene el genio de presentarnos a lo largo de las interminables páginas de esta obra escenas delirantes y exquisitas:

·         El capítulo de las carreras en las que participa Vronsky y que Ana sigue desde la tribuna con el desenlace en de la confesión de infidelidad de Ana.

·         El capítulo del encuentro entre Karenin y Vronsy, tiene uno de los diálogos más geniales de la literatura universal a mi gusto.

·         El capítulo en el que por primera vez se encuentran Levine y Ana, en dónde ella trata de enamorarlo sólo por capricho, nunca antes me emocioné tanto al ver frente a frente a los dos gigantes de esta historia.

·         La escena de Ana en la estación del tren (no diré que pasa ahí… por un mundo libre de “spoilers”)

·         El momento en el que Levin encuentra por fin la respuesta  a las interrogantes que lo persiguen durante toda la historia, es simplemente hermoso.

·         El epílogo de la historia es verdaderamente delicioso.

Sin duda es la mejor novela que he leído en este año, difícil de desbancar, aunque a este año lo esperan obras como Orgullo y Prejuicio, el Conde de Montecristo y ¡Dios santo! El Quijote, ya veremos.

Mes y medio en lucha con esta Catedral de la novela que me ha dejado pasajes hermosos:

·         “Todas las familias felices se parecen entre sí, del mismo que las desgraciadas lo son, cada una a su manera”.

·         “Podemos ser diferentes uno del otro, tener distintos gustos, opuestos puntos de vista, pero sé que me estimas y me comprendes; por eso te aprecio yo también”.

·         “Las mujeres son el resorte que hacen mover todo el mundo”.

·         “Es una tontería dejarse dominar por el pasado; es preciso luchar para vivir mejor, mucho mejor…”

·         “Con tal que la salud sea buena y la conciencia esté tranquila, el resto no es nada”.

·         “La felicidad consiste en buscarla y no en encontrarla”.

·         “El trabajo borró aquel mal recuerdo; es que la jornada consagrada a un trabajo rudo, halla su recompensa en la labor misma”.

·         “El que ha conocido sólo a su mujer y la ha amado, sabe más de mujeres que el que ha conocido a mil”.

·         “Cuando se ama, siempre se vive feliz, pues nuestra felicidad está en nosotros mismos”.

·         “Toda situación, por más penosa que sea, tiene una salida”

·         “Si tú sólo buscaras la recompensa, el trabajo te parecerá penoso, pero si amas el trabajo, la recompensa vendrá sola”.

·         “Los que ignoraban su historia, y no podían comprender las expresiones de indignación de sus antiguas amigas por la audacia de presentarse así, con todo el poder de su belleza y su elegancia”.

·         “Cuando se quiere a una persona, se la quiere tal como es, no como se deseara que fuese”.

… y muchas más.

2 comentarios: